No conozco la
dimensión exacta
de las
paredes que me habitan.
Apenas se
muestra
en lo breve
de una calada,
en las
sombras que proyecta
el faro
afuera,
en la vida.
Pero me basta
esa certeza
para iniciar
la evacuación,
sin nada
encima salvo mi olvido
y unas manos
que desperezan
hacia unas
tetas
duras
como gaviotas
muertas.